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Los pueblos que habitaban la península itálica antes del surgimiento y desarrollo de Roma eran muy diversos, con diferentes idiomas, distintas expresiones artísticas y religiosas y estructuras sociales variadas. Muchos de ellos tuvieron su origen en las migraciones de origen indoeuropeo, que llegaron a la península alrededor del siglo XIII antes de Cristo, aunque también había pueblos asentados previamente. Los etruscos formaron la primera gran civilización en la península italiana, que transmitió a los romanos el alfabeto y los números, junto con muchos elementos de la arquitectura, el arte, la religión y la vestimenta; la toga y la columna dórica de estilo etrusco son algunos ejemplos. Por otra parte, la Italia prerromana estuvo fuertemente influenciada por la vecina Grecia, con sus características ya bien definidas, un gran vigor expansivo y una total madurez estética e intelectual.
Según la tradición, Roma se funda en el año 753 antes de Cristo a orillas del río Tíber. Pero más allá de la leyenda, sí hay certeza en que se desarrolló una ciudad estado en las siete colinas a partir de aldeas de tribus latinas y sabinas que crecieron en sus laderas y que se unificaron entre el sigo IX y VIII antes de Cristo. Fue el comienzo de una historia que abarcaría más de un milenio, desarrollando el mayor imperio de su época y una cultura de fundamental importancia en nuestra civilización occidental.
Veremos a continuación una cronología esquemática de la historia de la Roma antigua, dividida en cinco etapas.
La fundación y los siete reyes de Roma
Alrededor de Monte Palatino se había asentado una colonia latina proveniente de Alba Longa, quizás para vigilar el avance de los etruscos al otro lado del límite natural que era el río Tíber. Y al mismo tiempo se desplazaron grupos de sabinos desde las montañas, ya que ese lugar era la confluencia de caminos e importante sitio entonces para el comercio, sobre todo de sal. Estas aldeas se unificaron en una coalición o liga de las siete colinas, el Septimontium, germen de la futura Roma. Y para su nacimiento se agrega un tercer elemento: el avance de los etruscos hacia el sur, hacia la Campania a través del Lacio, convirtiendo la aglomeración de aldeas en una ciudad que tomó un nombre etrusco: Roma. Así, la base de Roma fue la fusión de latinos, sabinos y etruscos.
La leyenda cuenta que siete reyes gobernaron Roma durante sus primeros 250 años de vida, y que Rómulo fue el primero de ellos. Pero hay más certeza en que fue un rey etrusco el que desarrolló la estructura de la ciudad hacia el final de siglo VII antes de Cristo. De acuerdo al mito fundacional, el segundo rey de Roma habría sido Numa Pompilio, quién vivió entre los años 753 y 673 antes de Cristo. Fue un sabino al que se le atribuye haber pacificado Roma durante su reinado y haber introducido cambios en su estructura social, como la creación de las principales instituciones religiosas y la organización de los artesanos en ocho corporaciones.
La República romana: surgimiento y desarrollo
En el año 509 antes de Cristo es derrocado Tarquino el Soberbio y abolida la monarquía, que se sustituye por un sistema de gobierno ejercido por magistrados electos en asambleas de ciudadanos: la República romana. En este sistema de gobierno el pueblo tenía el derecho de apelar las decisiones de los magistrados, tanto las referidas a la vida cotidiana como a las leyes. Pero desde el principio el gobierno de la ciudad estuvo en manos de las clases más adineradas y de los nobles. Roma nunca llegó a ser una democracia como la de Atenas, pues la República romana mantuvo siempre un gobierno oligárquico y plutocrático, con algunos periodos de corte populista que, en muchos casos, fueron interrumpidos a sangre y fuego.
Con un ejército basado en las legiones, Roma conquistó nuevas tierras e inició una expansión geográfica por la que pasó de una ciudad estado relativamente poderosa en la península a un estado territorial, para al poco convertirse en un vasto imperio. Esta etapa de la República incluye las Guerras Púnicas, tres dilatados y sangrientos conflictos armados que enfrentaron entre los años 264 y 146 antes de Cristo a las dos principales potencias del Mediterráneo, Cartago, en el norte de África, y Roma en Europa.
El declive de la República romana
Hasta el año 133 ante de Cristo no se produjeron grandes conflictos políticos en una Roma concentrada en su expansión, por lo que la política exterior y las campañas militares eran su principal preocupación, mientras el poder político se concentraba en el Senado romano. Pero en las décadas anteriores, las campañas militares llevaron a que los ciudadanos tuviesen que dejar sus fincas para luchar, por lo que muchos agricultores no pudieron mantener sus granjas y se arruinaron. Se generaron conflictos sociales que se expresaron en el año 133 antes de Cristo en el asesinato de Tiberio Graco y 300 de sus seguidores, a raíz de sus propuestas como tribuno de la plebe. El conflicto entre el Senado y los plebeyos continuó con la elección del hermano de Tiberio, Cayo Graco, que fue asesinado junto a 3.000 seguidores en la Colina Capitolina. Los conflictos políticos, tan sangrientos como el terrible enfrentamiento entre Mario y Sila, continuaron hasta que Julio César tomó el poder de Roma con su ejército en el año 49 antes de Cristo, y ejerció el gobierno como dictador. Es importante decir que el término «dcitador» en la política romana no tiene las mismas connotaciones que en la actualidad. Julio César fue asesinado el 15 de marzo (los idus de Marzo) del año 44 antes de Cristo por Cayo Casio, su propio ahijado Marco Bruto y otros senadores contrarios a su poder y, tras varios conflictos Cayo Octavio, sobrino nieto e hijo adoptivo de Julio César, asumiría el gobierno de Roma en el año 29 antes de Cristo con el título de emperador emperador y el nombre de Augusto concedido por el Senado. Así se cerró la etapa de la República romana y se instauró una monarquía imperial.
El principado
El Senado romano proclamó a Octavio Augusto como prínceps, primer ciudadano, y de ahí deriva el nombre histórico del período, el principado. Además le otorgó la posición de imperium proconsulare, que conllevaba el mando militar sobre todo el imperio, junto al título de Augusto, equiparado a emperador. La unificación del poder en un Augusto permitió realizar profundos cambios políticos, económicos y militares, poniendo fin, muchas veces manu militari, a los múltiples conflictos que se desarrollaban. Se generó así un período de estabilidad política que se llamó la Pax Romana.
La posición de «Augusto» se estableció como hereditaria, y se sucedieron varias dinastías, entre otras la Julio-Claudia, interrumpida con el suicidio de Nerón en el año 68; la Flavia, durante la que se construyó el coliseo romano; la Antonina y la Severa. En esta última dinastía se produjeron rebeliones e invasione, además de serios problemas económicos y una fuerte desestabilización social, que comenzaron a degradar la cohesión del imperio.
El dominado
El principado se extendió entre la asunción de Octavio como Augusto hasta el año 284, cuando Diocleciano cambió el título de prínceps por el de dominus, equivalente a una monarquía absoluta. Hacia fines del siglo III, en el extenso Imperio Romano se producían levantamientos y movimientos de resistencia en varios frentes, por lo cual Diocleciano dividió el poder hasta entonces concentrado en el emperador, y en el año 285 concedió a Maximiano primero el rango de César, elevándolo después al de Augusto. Maximiano gobernaba el occidente del imperio, mientras que Diocleciano regía en el oriente. Poco después, en el año 293, Diocleciano instauró una tetrarquía, dividiendo el gobierno entre cuatro regentes, dos augustos y dos césares, aunque la nueva estructura no implicaba repartir el poder, ya que la autoridad principal y final seguía residiendo en Diocleciano, y los césares se encargaban de ejecutar las medidas que disponían los augustos. Este sistema de gobierno perduró hasta el año 324, cuando, tras varios enfrentamientos civiles, Constantino volvió a unificar el poder en un único emperador.
Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio, que pasaría a llamarse Constantinopla, y que sería la capital del imperio a partir del año 330. Constantino adoptó la religión cristiana como oficial. El cristianismo se convirtió en religión única y obligatoria bajo pena de muerte durante el reinado de Teodosio I, lo que generó enfrentamientos religiosos en todo el imperio. A la muerte de Teodosio I, en el año 395, el Imperio Romano se dividió en el imperio de Oriente, con sede en Constantinopla, que con el nombre de Imperio Bizantino se prolongaría durante toda la Edad Media, y en el imperio de Occidente, con sede en Roma, que se desintegra en el año 476 cuando una tribu germánica conquista la ciudad legendariamente fundada por Rómulo.
Fuentes
Carandini, Andrea. Rome: Day One. Nueva Jersey, Princeton University, 2007.
de Grummond, Nancy T. History of ancient Italic people. Enciclopedia Británica, 2015.
Kelly, Christopher. The Roman Empire: A Very Short Introduction. Oxford University Press, 2006
Secco Ellauri, Oscar. El imperio romano en los siglos I y II; los Flavios. La antigüedad y la Edad Media. Kapelusz. 1965