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La historia de la antigua Roma se extiende desde el asentamiento de las primeras poblaciones que se desarrollaron en la península itálica y que, según la tradición, fundaron Roma en el año 753 antes de Cristo, hasta la caída Bizancio a manos de los otomanos en el año 1453. En una primer aproximación a la tan rica y extensa historia de Roma, de fundamental incidencia en nuestra cultura occidental, se la puede dividir en cuatro períodos: la Roma de los reyes, la República Romana, el Imperio Romano y el Imperio Bizantino. Vemos a continuación una sucinta descripción de cada período.
La Roma de los reyes
La tradición cuenta que Roma se funda en el año 753 antes de Cristo a orillas del río Tíber. Los pueblos que habitaban la península itálica antes del surgimiento de Roma eran diversos, muchos de ellos originados en las migraciones indoeuropeas que llegaron a la península alrededor del siglo XIII antes de Cristo, aunque también había pueblos asentados previamente. Los etruscos formaron la primera gran civilización en la península, pero la Italia prerromana también estuvo fuertemente influenciada por la vecina Grecia. Más allá de la leyenda hay certeza en que se desarrolló una ciudad estado en las siete colinas a partir de aldeas de tribus latinas que crecieron en sus cimas y que se unificaron entre el sigo IX y VIII antes de Cristo. Junto a esa colonia latina proveniente de Alba Longa, asentada ahí quizás para vigilar el avance de los etruscos al otro lado del límite natural que era el río Tíber, se desplazaron grupos de sabinos desde las montañas, ya que era la confluencia de caminos e importante sitio entonces para el comercio, sobre todo de sal. Estas aldeas se unifican en una liga de las siete colinas o Septimontium, el germen de la futura Roma. Y para su nacimiento se agrega un tercer elemento: el avance de los etruscos hacia el sur, hacia la Campania a través del Lacio, convirtiendo la aglomeración de aldeas en una ciudad que tomó un nombre etrusco: Roma, una ciudad resultado de la fusión de latinos, sabinos y etruscos.
El período de los reyes, es decir, la monarquía romana, duró desde el año 753 al 509 antes de Cristo, año en que es derrocado Tarquinio el Soberbio y abolida la monarquía. Estos reyes eran elegidos, no se trataba de un cargo hereditario, y había un senado que tenía un poder limitado. La leyenda cuenta que fueron siete los reyes que gobernaron Roma en éste período, y que fue Rómulo, una figura legendaria, el primero de ellos. Pero hay más certeza en que fue un rey etrusco el que desarrolló la estructura de la ciudad hacia el final de siglo VII antes de Cristo. De acuerdo con el mito fundacional, el segundo rey de Roma habría sido Numa Pompilio, quién vivió entre los años 753 y 673 antes de Cristo. Era un sabino al que se le atribuye haber pacificado Roma durante su reinado y haber introducido cambios en su estructura social, como la creación de las principales instituciones religiosas y la organización de los artesanos en ocho corporaciones.
La República Romana
El segundo período de la historia romana es el de la República Romana, término que alude tanto al período temporal como al sistema político. Comienza en el año 509 antes de Cristo, pero la fecha en que termina depende del evento que se considere como cierre del período. Estos eventos pueden ser la toma del poder en Roma por Julio César en el año 49 antes de Cristo, su asesinato en el año 44 antes de Cristo o la ascensión al poder de Cayo Octavio Turino, hijo adoptivo de Julio César, nombrado Augusto (emperador) posteriormente, en el año 29 antes de Cristo. Estrictamente hablando, la entronización de Octavio como emperador supone el final de la República.
Una vez abolida la monarquía, se la sustituye por un sistema de gobierno ejercido por magistrados electos en asambleas de ciudadanos: la República Romana. En este sistema de gobierno el pueblo tenía el derecho de apelar las decisiones de los magistrados, ya fuera sobre la vida cotidiana como sobre las leyes. No obstante, el gobierno de la ciudad estuvo en manos de las clases más ricas y de los nobles. Roma nunca llegó a ser una democracia como la de Atenas; la República mantuvo siempre un gobierno oligárquico y plutocrático. Junto al senado romano, las comitia o asambleas eran los órganos de representación del pueblo romano. Las comitia tenían poderes muy amplios y combinaban funciones legislativas, judiciales y ejecutivas. Una de ellas era la comitia centuriata, que aprobaba algunas leyes y elegía las autoridades máximas, los cónsules.
El período de la República Romana se puede dividir en una etapa temprana, cuando Roma se estaba expandiendo y que se extiende hasta el comienzo de las Guerras Púnicas; una segunda etapa hasta la guerra civil, durante la cual Roma llegó a dominar el Mediterráneo y que se prolonga hasta el año 133 antes de Cristo, y una tercera etapa hasta la caída de la República.
En la primera etapa, Roma conquistó nuevas tierras e inició una expansión geográfica que la transformó de una ciudad estado en un estado territorial, ydespués en un vasto imperio. Esta etapa de la República se desarrolla hasta el inicio de las Guerras Púnicas, los tres conflictos armados que enfrentaron entre los años 264 y 146 antes de Cristo a las dos principales potencias del Mediterráneo, Cartago, en el norte de África, y Roma. Cartago fue arrasada por el ejército de la República y sus aliados, liderado por Escipión El Africano, y dejó de ser una potencia capaz de hacer sombra a Roma en el mundo antiguo.
En la segunda etapa hacen eclosión tensiones internas acumuladas. Roma estaba concentrada en su expansión. Las campañas militares habían ocasionado que los ciudadanos tuviesen que dejar sus fincas para luchar en las distintas y continuas guerras; muchos agricultores no pudieron mantener sus granjas y quebraron, y se generaron conflictos sociales que se expresaron en el año 133 antes de Cristo en el asesinato de Tiberio Graco y 300 de sus seguidores plebeyos, a raíz de sus propuestas como tribuno de la plebe. El conflicto entre el Senado y los plebeyos continuó con la elección del hermano de Tiberio, Cayo Graco, que luego sería ejecutado junto a 3000 seguidores en la Colina Capitolina. En la tercera etapa, los conflictos políticos continuaron hasta que Julio César tomó el poder de Roma con su ejército en el año 49 antes de Cristo, y ejerció el gobierno como un dictador a la manera romana (la dictadura era una figura política prevista para situaciones excepcionales, y no fue el primer dictador a lo largo de la República). Julio César fue asesinado el 15 de marzo («Los Idus de marzo») del año 44 antes de Cristo por Cayo Casio, Marco Bruto, su hijo adoptivo, y varios, más de veinte, senadores más. Tras varios conflictos bélicos, Cayo Octavio Turino, hijo adoptivo de Julio César, asumiría el gobierno de Roma en el año 29 antes de Cristo como emperador, Augusto, cerrándose la etapa de la República Romana.
El Imperio Romano
El final de la República Romana y el comienzo del imperio por un lado, y la caída de Roma y el dominio de Bizancio por el otro, no están claramente definidos. Se suelen dividir los cinco siglos en los que se extendió el Imperio Romano en dos períodos, el Principado y el Dominado. La conformación de una tetrarquía de gobierno y el ascenso del cristianismo son dos características del último de estos períodos, mientras que el mantenimiento de algunas de las instituciones de la República fue una característica del Principado.
Durante el último período de la República los conflictos entre las clases sociales llevaron a varios cambios en la forma en que se gobernaba Roma y en la forma en que la gente veía a sus representantes. En el año 29 antes de Cristo el Senado romano proclamó a Octavio como prínceps, primer ciudadano, de donde deriva el nombre del período, Principado. Además le otorgó la posición de imperium proconsular, el mando militar sobre todo el imperio, junto al título de Augusto, equiparado a emperador. La unificación del poder en un Augusto permitió realzar profundos cambios políticos, económicos y militares, poniendo fin a los múltiples conflictos que se desarrollaban. Generó así un período de estabilidad que se llamó la Pax Romana.
Durante cinco siglos los emperadores romanos transmitieron el cargo a sucesores elegidos, excepto cuando el ejército o los guardias pretorianos protagonizaban golpes de estado y magnicidios. Originalmente los gobernantes eran romanos o italianos, pero a medida que el imperio se extendía, a medida que los pueblos bárbaros colonizados proporcionaban más y más mano de obra para las legiones, hombres de otros lugares del Imperio llegaron a ser nombrados emperadores. Trajano, originario de Hispania, fue el primer emperador no italiano del Imperio.
En la cúspide de su expansión, el Imperio Romano controlaba el Mediterráneo, los Balcanes, Turquía, las regiones que hoy se conocen como los Países Bajos, el sur de Alemania, Francia, Suiza e Inglaterra. El comercio del imperio llegaba hasta Finlandia al norte, hasta el Sahara, en África, al sur, y hacia el este hasta India y China, a través de la Ruta de la Seda.
En el año 293 Diocleciano instauró una tetrarquía, dividiendo el gobierno entre cuatro personas, dos Augustos y dos Césares, aunque la nueva estructura no implicaba repartir el poder, ya que la autoridad principal seguía residiendo en Diocleciano y los césares se encargaban de ejecutar las medidas que disponían los augustos. Este sistema de gobierno perduró hasta el año 324, cuando Constantino unificó de nuevo el poder en un único emperador.
Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio, que pasaría a llamarse Constantinopla y sería designada capital del imperio en el año 330. Constantino adoptó la religión cristiana y la instauró como la oficial del imperio, transformándose en obligatoria bajo pena de muerte bajo el reinado de Teodosio I, lo que generó enfrentamientos religiosos en todo el imperio. A la muerte de Teodosio I en el año 395, el Imperio Romano se dividió en el imperio de Oriente, con sede en Constantinopla, que se prolongaría en el Imperio Bizantino durante toda la Edad Media, y en el imperio de Occidente, con sede en Roma, que se desintegró en el año 476 cuando una tribu germánica conquistó la ciudad fundada por Rómulo.
El Imperio Bizantino
El Imperio Bizantino, el Imperio Romano de Oriente, se extendió hasta el año 1453, cuando los turcos otomanos conquistaron Bizancio. A pesar de que el Imperio Romano de Occidente se dividió en varios reinos a finales del siglo V y principios del VI, hubo intentos de reunificarlo. El emperador Justiniano (527-565) fue el último de los emperadores bizantinos en intentar reconquistar Occidente.
En el Imperio Bizantino el emperador ostentaba los símbolos de los monarcas orientales, una diadema o corona. También vestía una capa imperial y la gente se postraba ante él. No se parecía en nada a la idea original de emperador romano, el prínceps, un primus inter pares, «primero entre iguales». Los burócratas y la corte establecieron una infranqueable barrera entre el emperador y el pueblo.
Los miembros del Imperio Romano que vivían en Oriente se consideraban a sí mismos romanos, aunque su cultura tenía más raíces griegas que romanas. Este es un punto importante a tener en cuenta incluso cuando se habla de los habitantes de la Grecia continental durante los aproximadamente mil años por los que transcurrió el Imperio Bizantino. Aunque para los habitantes de Bizancio ellos siempre fueron romanos. De hecho el nombre bizantino se acuñó en el siglo XVIII, siglos después de su desaparición.
Fuentes
Carandini, Andrea. Rome: Day One. Nueva Jersey, Princeton University, 2007.
de Grummond, Nancy T. History of ancient Italic people. Enciclopedia Británica, 2015.
Kelly, Christopher. The Roman Empire: A Very Short Introduction. Oxford University Press, 2006