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La violencia es una parte del comportamiento humano que siempre ha estado presente en la sociedad y que probablemente siempre lo estará. A pesar de que parece haber un consenso generalizado respecto a que la violencia es, en esencia, mala, también hay quienes sostienen que es una parte intrínseca de nuestra naturaleza como seres humanos y que además es, hasta cierto punto, necesaria para el desarrollo y correcto funcionamiento de la sociedad.
Para algunas escuelas de pensamiento filosófico, que incluyen a grandes pensadores como Sigmund Freud, los seres humanos tenemos la tendencia natural a solucionar todos nuestros conflictos mediante el uso de la fuerza y la violencia, tal como lo hacen muchos animales.
Pero, ¿acaso somos los seres humanos solo meros animales siguiendo nuestros instintos más bajos, justificando así cualquier comportamiento violento? ¿Dónde quedan entonces la ética, la moral y los valores de bondad e igualdad? ¿O, seremos acaso seres buenos por naturaleza entre los que la violencia nunca está justificada y en quienes toda conducta violenta debe ser consecuentemente desalentada y castigada?
La respuesta a estas preguntas no es nada sencilla. El dilema ético de la violencia no es nuevo y, como es de imaginarse, no es un tema que pueda verse en blanco y negro, o por lo menos no es así de sencillo para todo el mundo. En el presente artículo exploraremos el significado de la violencia, la naturaleza humana y bajo qué condiciones, si es que existen, se puede justificar su uso en contra de los demás.
¿Qué es la violencia?
La Real Academia Española define la violencia como “acción violenta o contra el natural modo de proceder” y como la acción y efecto de aplicar medios violentos a cosas o personas para vencer su resistencia. Por otro lado, la violencia también se puede entender como un tipo de interacción entre los seres humanos o entre los seres humanos y animales u objetos, en la que se utiliza la fuerza física u otros medios con la intención de herir, dañar, matar o destruir a alguien o algo.
Además, desde el punto de vista legal, la violencia se define como el uso ilícito de la intimidación por medio de la exhibición de la fuerza física o el uso ilícito de dicha fuerza.
Si bien esto nos da una idea clara sobre lo que significa el comportamiento violento, también debemos entender que estas definiciones abren la posibilidad de la existencia de distintos tipos de violencia. También nos dicen que la justificación del uso de un tipo de violencia no necesariamente justifica el uso de otro.
Tipos de violencia
Al pensar en violencia, la mayoría de nosotros nos imaginamos a alguien golpeando, hiriendo o matando a otra persona. Sin embargo, existen distintos tipos de violencia y los golpes son un ejemplo de solo uno de ellos. Los cinco principales tipos de violencia se presentan a continuación.
Violencia física
La violencia física es una de las formas más obvias de violencia, ya que implica daños visibles a la integridad física de otra persona, de un animal o de alguna cosa. Se puede ejercer por medio de la fuerza física o por medio de instrumentos u objetos usados como armas.
Violencia psicológica
Consiste en una conducta o comportamiento intencional que afecta seria y negativamente la integridad mental y psicológica de otra persona sin la necesidad del uso de fuerza física. Los “golpes” psicológicos pueden propinarse en forma de amenazas, coerción, difamación o acoso, manteniendo a la otra persona en un constante estado de miedo, ansiedad o desesperación.
Violencia emocional
Este tipo de violencia busca degradar la autoestima de una persona, sometiéndola a abuso verbal, despreciando o restándole valor a sus capacidades, criticándola constantemente, etc. También se considera violencia emocional el prevenir o prohibir a la fuerza el acceso al apoyo emocional de familiares, amigos u otras terceras personas.
Violencia sexual
Consiste en obligar a otra persona a participar en un acto sexual sin su consentimiento. Desde el punto de vista legal, también se considera violencia sexual el que un adulto manipule a un menor de edad para sostener relaciones sexuales, incluso aunque tal menor estuviera de acuerdo.
Violencia económica
La violencia económica generalmente se define dentro del ámbito de la violencia de género, en particular contra la mujer. Se trata de acciones tomadas con la finalidad de asegurar la dependencia económica de otra persona, con el objetivo de controlarla a través de los recursos financieros y de subsistencia. Este tipo de violencia consiste en prevenir que el otro trabaje o que siquiera se prepare o eduque para poder obtener un trabajo y así mantenerse por sí mismo.
Como podemos ver, la violencia puede tomar muchas formas. Al momento de discernir si la violencia puede estar justificada o no, debemos tomar estos tipos de violencia en cuenta. Adicionalmente, si pretendemos justificar la violencia desde un basamento moral, también debemos considerar si los seres humanos somos inherentemente buenos o malvados, es decir, si la violencia forma parte de nuestro ser.
¿El ser humano es violento por naturaleza?
Si la violencia forma parte de nuestra naturaleza, entonces negar la violencia como un comportamiento legítimo y plenamente justificado resulta contradictorio. Por ejemplo, Scientific American publicó que el tejón de la miel es el animal más violento y agresivo del mundo. Esta agresividad forma parte de su naturaleza, por lo que nadie se cuestiona si su violencia es justificada o no.
Por esta razón, las preguntas sobre la naturaleza humana están íntimamente ligadas a la pregunta sobre la justificación de la violencia.
El problema no es sencillo en lo absoluto, ni tampoco está resuelto. A lo largo de miles de años se han escrito libros enteros que analizan el problema de la naturaleza humana desde lo filosófico, teológico, psicológico, sociológico y científico, y en todos los casos se encuentran argumentos a favor de una postura o de otra.
Lo mejor que podemos decir es que el ser humano no es inherentemente bueno ni malo, no es naturalmente violento ni pacífico, sino que es un ser complejo cuyo comportamiento depende del contexto y de las circunstancias particulares de cada individuo. Esto implica que existan situaciones en las que podría justificarse un comportamiento violento, pero no siempre.
¿Qué violencia se puede justificar y en qué contexto?
Dicho lo anterior, cabe preguntarnos, en primer lugar, si cualquier tipo de violencia está justificada en determinado contexto. La respuesta es, indudablemente, no. No es posible imaginar algún contexto real que justifique ética y moralmente la violencia emocional, psicológica, económica o sexual. Por lo menos no se justifica bajo sistemas socioculturales que no pertenezcan a alguna forma de extremismo religioso o a alguna secta, tal como se ha reportado en el caso de la Iglesia de la Cienciología o en el caso de los grupos extremistas talibanes.
Estos tipos de violencia solo parecen ser la expresión de la maldad y la crueldad más puras, buscando nada más que el dominio o la destrucción del otro en busca de placer personal o algún otro fin egoísta.
Sin embargo, sí que existen situaciones en las que la violencia física se puede justificar y hasta defender desde el punto de vista moral y ético, incluso aunque su consecuencia sea la muerte de otro ser humano.
La violencia física como defensa propia
Aunque nunca es deseada, el primer contexto en el que la mayor parte de la sociedad acepta la violencia es cuando se utiliza en defensa propia contra el ataque y la violencia de otra persona hacia nosotros. En este tipo de situaciones están involucradas dos expresiones distintas de violencia, una que es la violencia generadora (la del atacante) y otra que es la violencia en respuesta del ataque (la de la víctima).
En virtud de que todos gozamos del derecho a la vida, tenemos derecho entonces a defender nuestra vida cuando alguien actúa en contra de ella. Es decir, cuando alguien pretende violar nuestro derecho a la vida, eso nos da a nosotros autoridad moral para violar el suyo.
Muestra del hecho de que la sociedad en general acepta como justificado el uso de violencia en este contexto es que el uso de violencia en legítima defensa propia es una figura que existe en la mayoría de sistemas judiciales del mundo.
La violencia física en defensa de otros
Otro contexto en el que muchos justifican el uso de la violencia es cuando defendemos la vida de otras personas. Por ejemplo, si un criminal trata de asesinar a un niño indefenso, nadie juzgará mal a sus padres (o a cualquier otra persona) por utilizar la violencia en contra del criminal para salvarle la vida al niño.
La violencia del Estado contra el individuo
La sociedad actual y el surgimiento del Estado es consecuencia de la necesidad de los débiles de protegerse de los más fuertes mediante apoyo de más personas. Se puede argumentar que las personas más fuertes, si carecen de escrúpulos, siempre utilizarán su fuerza para subyugar a los más débiles. Una de las funciones del Estado es la de utilizar la violencia en contra de los individuos que se creen más fuertes que los demás, en defensa de los más débiles. Se trata entonces de la institucionalización del uso de la violencia física en defensa de otros. Esto forma la base de la justificación del poder de los cuerpos policiales y de orden público en las sociedades modernas.
La violencia del individuo contra el Estado
El Estado en ocasiones pierde su rumbo y su misión de proteger los más débiles, utilizando su poder para aprovecharse de ellos, como sucede en los países con gobiernos autocráticos, como la actual Corea del Norte o la Alemania nazi. En estos casos, se da el uso injustificado de violencia por parte del Estado, lo que a su vez puede justificar el levantamiento del pueblo en defensa de sus derechos. Mientras que en algunos países existen instrumentos legales para resolver este tipo de casos sin el uso de la violencia, la historia ha mostrado que, muchas veces, solo la revolución armada es capaz de generar el cambio que las personas necesitan.
Sin embargo, si algo nos demostró la revolución pacifista de Mahatma Gandhi, que logró la independencia de la India del imperio inglés, es que la violencia no siempre es indispensable. Así, si se puede lograr el mismo objetivo sin necesidad de la violencia, puede que esta última no sea justificada.
La guerra: la violencia de un Estado contra otro
En último lugar tenemos la guerra, el flagelo que ha definido la historia de la humanidad. Se ha dicho que la historia de la humanidad es la historia de sus guerras y esto parece ser cierto. Sin embargo, nos podemos preguntar, ¿se justifica tanta violencia a tan gran escala como la observada durante las dos guerras mundiales y tantas otras más?
Al igual que en el caso individual, las guerras suelen comenzar con un acto de violencia aparentemente injustificado por parte de una nación en contra de otra, tal como la invasión de Ucrania por parte de Rusia en el 2022. Este primer acto autoriza al Estado agredido, a los ojos del resto de la comunidad internacional, a responder de manera proporcional con más violencia. Sin embargo, tras esta respuesta, suele suceder que la primera nación agresora responde con violencia aún más extrema, autorizando moralmente a la segunda nación a responder, también, con un mayor nivel de violencia.
Esto se conoce en términos bélicos como la escalada de la guerra y puede llegar a involucrar a otros países, ocasionar miles y hasta millones de muertes y, en última instancia, no producir ningún resultado positivo para ninguna de las naciones involucradas.
En conclusión
En la mayoría de los casos, el uso de la violencia, sea cual sea, no está justificado, en especial cuando solo busca demostrar la supremacía de una persona o un grupo de personas sobre otras. Sin embargo, en algunas situaciones muy puntuales puede justificarse como único medio de defensa propia o para defender a otros. En estos casos, la justificación del uso de la violencia se basa en la idea de que el otro la utilizó primero y que, por lo tanto, tenemos derecho a responder de la misma manera. Sin embargo, muchas veces es complicado determinar a ciencia cierta quién lanzó la primera piedra. Esto resulta particularmente difícil en el caso de la guerra, especialmente considerando la manipulación mediática que sufre la información de los bandos.
Por otro lado, aunque son pocos, existen ejemplos de casos en los que la respuesta no violenta ante la agresión violenta ha logrado mejores resultados que los que se hubieran obtenido a través de la violencia justificada. Es por eso que, en términos generales, lo deseable es romper el círculo vicioso de violencia que engendra más violencia, así nuestros valores éticos y morales nos dicten que estamos en nuestro derecho de responder violentamente.
Referencias
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