El yo, el superyó y el ello de Freud

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En sus teorías sobre la personalidad, Sigmund Freud sostenía que la mente humana se compone del ello, el yo y el superyó. Estas tres partes interactúan entre sí y son las responsables del desarrollo de la personalidad y el comportamiento humano.

Sobre Sigmund Freud

Sigmund Freud (1856-1939) fue un neurólogo austríaco y judío. Se recibió de médico en 1881 en la Universidad de Viena y también se desempeñó como profesor de neuropatología.

A lo largo de su extensa carrera desarrolló diferentes teorías, tales como la teoría de la seducción, la de la personalidad y la de los sueños. Freud también se enfocó en el estudio del inconsciente y la metodología de la psicoterapia. Entre sus obras más importantes se destacan Sobre la afasia (1891), Estudios sobre la histeria (1895); La interpretación de los sueños (1899); La psicopatología de la vida cotidiana (1904); Los chistes y su relación con el inconsciente (1905); Tres ensayos sobre la Teoría de la sexualidad (1905); El tótem y el tabú: similitudes entre las vidas písquicas de los salvajes y los neuróticos (1913); Psicología del grupo y análisis del ego (1921); El yo y el ello (1923); Inhibiciones, síntomas y ansiedad (1926); y Esquema del psicoanálisis (1940), entre otros.

Además de estos libros, Freud publicó numerosas historias de sus pacientes. También se conserva su correspondencia con otros psiquiatras y científicos de su época.

Después de pasar toda su vida en Viena, Freud huyó al Reino Unido, escapando de la creciente persecución nazi en Europa. Falleció en 1939.

Aunque muchas de las ideas de Freud han sido muy controvertidas y ampliamente criticadas desde un punto de vista científico, sus aportes continúan siendo muy influyentes en el campo de la psicología. Actualmente se lo considera como el padre del psicoanálisis y uno de los máximos referentes de la psicología moderna.

La teoría de la personalidad: el yo, el superyó y el ello

Una de las teorías más importantes de Freud fue la Teoría de la personalidad, la cual propuso en 1920. En ella introdujo los conceptos del yo, el superyó y el ello, ampliando sus conceptos previos del consciente, el inconsciente y el preconsciente. También adaptó el esquema previo a un iceberg, representando así los roles de las tres partes de la psiquis humana y la personalidad.

Además de describir sus características y las relaciones entre sí, Freud también explicó cómo cada una de las partes de la mente contribuyen en el comportamiento de cada persona.

El trabajo de Freud se basó en las observaciones y el estudio de los casos de sus pacientes. Él sostenía que las experiencias de la primera infancia pasaban a través del ello, el ego y el superyó, y que la forma en que una persona maneja esas experiencias, tanto de manera consciente como inconsciente, es lo que da origen a la personalidad de ese individuo.

Qué es la personalidad según Freud

A lo largo de su carrera y estudios, Freud fue cambiando la definición de personalidad hasta concluir que se trata del resultado del conflicto entre la búsqueda de placer y nuestros impulsos destructivos, ambos regulados por las reglas y límites sociales de nuestro entorno.

De esta manera, la construcción de la personalidad es algo que cada persona realiza según sus conflictos internos y los requerimientos del exterior.

Debido a ello, la personalidad se puede definir también como la forma en la que cada persona se enfrenta a sus conflictos internos y externos y se desenvuelve en la sociedad.

Para describir a la personalidad y el complejo proceso que ocurre hasta formarse, Freud desarrolló cinco modelos:

  • Topográfico (consciente, inconsciente y preconsciente)
  • Dinámico (impulsos y mecanismos de defensa)
  • Económico (pulsión de vida y pulsión de muerte)
  • Genético (etapas de desarrollo psicosexual)
  • Estructural (ello, yo, superyó)

Dentro del modelo esctructural, la personalidad se divide en tres partes: el ello, el yo y el superyó. Cada una de estas partes está en constante conflicto y busca prevalecer sobre las demás.

Los elementos de la personalidad

Para comprender mejor a los componentes de la personalidad, veamos cada uno en detalle.

El ello

El ello, también llamado id en inglés, es la parte más primitiva e instintiva de la personalidad. Se desarrolla en los primeros años de vida, hasta aproximadamente los dos años de edad.

El ello es una parte totalmente inconsciente y está relacionada con los impulsos, los deseos y las necesidades básicas. Se rige por el principio de placer a corto plazo, es decir, busca satisfacer las necesidades del individuo de forma inmediata e impulsiva. Cuando estas no se satisfacen, surge una tensión que lleva al individuo a realizar una acción o a fantasear con lo que desea.

Otra característica particular del ello es que nunca crece ni cambia, sino que se mantiene igual durante toda la vida, porque como entidad inconsciente nunca tiene en cuenta la realidad y no se ve afectada por ella. Por consiguiente, es una parte ilógica, egoísta e irrealista que mantiene sus características primitivas.

Posteriormente, el individuo desarrolla el yo y el superyó, los cuales sirven para controlar al ello y evitar el comportamiento puramente instintivo y animal; gracias a este balance, la persona puede adaptarse a la sociedad. La manifestación del ello se puede observar claramente en el comportamiento de los recién nacidos, que solo satisfacen sus necesidades.

El yo

El yo, también llamado ego, es la segunda parte de la personalidad. No debe confundirse con el ego como autoconcepto, sino que Freud lo utiliza como forma de describir funciones como el control, la regulación y el juicio.

El yo surge a partir del ello y se desarrolla después de los primeros dos años de edad. Se rige por el principio de realidad, es decir, funciona para satisfacer los deseos y necesidades del ello, pero de una manera más razonable, realista y menos impulsiva.

El yo es una forma más racional y consciente de la personalidad. De hecho, el yo se enfoca en reconocer y manejar la realidad, asegurándose de que los impulsos del ello se manifiesten de una forma que sea aceptada socialmente. Dicho de otra manera, el yo es lo que permite que una persona tenga control sobre sus impulsos; es un filtro que se modifica según sus necesidades y las exigencias externas, teniendo en cuenta las reglas sociales.

En el esquema del iceberg, el yo se encuentra en el consciente, el inconsciente, y el límite entre ambos, que es el preconsciente. Esto se debe a que si bien el yo está en contacto con la realidad, también puede reprimir los deseos o impulsos prohibidos del inconsciente.

Algunos ejemplos de la acción del yo son retrasar la recompensa o hacer algo que evite las consecuencias negativas de ir en contra de las normas de la sociedad.

El superyó

El superyó, también conocido como superego, es la tercera parte de la personalidad, la cual comienza a construirse durante la etapa fálica del desarrollo psicosexual, entre los 3 y 5 años de edad, y continúa formándose hasta llegar a la etapa adulta.

A diferencia del yo y el ello, el superyó se rige por la moral y las reglas, lo que está bien y lo que está mal, así como la búsqueda de la perfección. Los niños aprenden estos valores de su entorno, principalmente de sus padres y más tarde de maestros, familiares cercanos y otras figuras de autoridad.

Al igual que el yo, el superyó está en el consciente, el preconsciente y el inconsciente, pero también incluye al «yo ideal». La parte consciente del superyó limita los comportamientos inaceptables, recompensa con sentimientos de orgullo a las acciones positivas y castiga con sentimientos de culpa a las acciones negativas. En la parte inconsciente del superyó generalmente se acumula la presión de seguir las reglas y el impacto que produce la búsqueda de los ideales.

El yo ideal son todas las reglas y normas sociales y culturales de comportamiento que la persona debe seguir. Si los estándares del yo ideal son demasiado altos, la persona sentirá culpa, insatisfacción y frustración; también tendrá la sensación de haber fracasado.

El superyó controla al ello, manteniendo a raya los impulsos que se consideran tabúes en la sociedad, como el sexo y la violencia. Incluso, en contraste con el yo, que sigue estándares realistas, el ello aspira a alcanzar parámetros moralistas.

La importancia del equilibrio del ello, el yo y el superyó en la personalidad

Freud señalaba que los elementos de la personalidad, el ello, el yo y el superyó, interactúan entre sí y están en una lucha dinámica y constante. Entre ellos, el yo actúa como mediador para satisfacer las necesidades del ello teniendo en cuenta la realidad y, al mismo tiempo, respetando las normas sociales.

El equilibrio entre el ello, el yo y el superyó da como resultado una personalidad sana. Por el contrario, la falta de equilibrio entre ellos genera problemas y trastornos en la personalidad. Por ejemplo, si el ello de un individuo domina su personalidad, este probablemente actuará según sus impulsos sin considerar las reglas de la sociedad. A su vez, esto puede causar problemas con la ley.

Si el superyó domina la personalidad del individuo, este puede convertirse en una persona rígida, muy moralista, que juzga de forma negativa a cualquiera que no cumple con sus estándares.

En cambio, si el yo es el dominante en la personalidad, el individuo será alguien inflexible, que depende demasiado de las reglas y las normas de la sociedad, incapaz de tener una opinión personal sobre lo que está bien y lo que está mal.

Bibliografía

Cecilia Martinez (B.S.)
Cecilia Martinez (B.S.)
Cecilia Martinez (Licenciada en Humanidades) - AUTORA. Redactora. Divulgadora cultural y científica.

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