Sacrificios humanos en la cultura maya

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La civilización maya floreció en las selvas y bosques tropicales del sur de México y Centroamérica alrededor del 2000 a.C. y declinó definitivamente el 1520 d.C. cuando, ya en declive, terminó de extinguirse tras la conquista de América.

La civilización maya del Nuevo Mundo se caracterizó por ser un pueblo muy avanzado, tanto política, económica, social e intelectualmente. Los mayas conocían a fondo el sistema solar y los movimientos del cosmos, por lo que utilizaban un sistema de calendario muy preciso. Así mismo, los mayas desarrollaron un sistema de escritura jeroglífica que registró la historia de estos pueblos. Con ello, permitieron la reconstrucción de la antigua civilización maya y proporcionaron a la posteridad un conocimiento preciso de la sucesión de sus gobernantes.

Los grabados pictóricos en los que se incorporó la escritura jeroglífica han contado una historia que desafía las creencias, antaño generalizadas, sobre la naturaleza de los mayas. Los mayas se consideraron antiguamente una civilización fundamentalmente pacífica, apenas involucrada en actividades como los sacrificios humanos y las ofrendas de sangre.

Sin embargo, los análisis modernos revelan que los mayas a menudo se enfrentaban en guerras civiles, y que un elemento central de su cultura era el sacrificio humano.

El sacrificio humano en el arte maya: códices

Hoy sabemos que el sacrificio humano era un tema omnipresente y entretejido en la vida maya. Estaba tan arraigado en algunas partes de la zona maya, concretamente en Yucatán, Chiapas y Guatemala, que su práctica continuó, aunque en secreto, después de la conquista española, y prevaleció en el periodo colonial.

La incorporación del sacrificio humano a las agendas políticas fue lo que consolidó su existencia en la vida de los mayas. Las pruebas de los sacrificios como rituales proceden en su mayoría de las imágenes de los códices mayas, antiguos manuscritos realizados en papel o materiales similares. Estos códices son una fuente de información valiosa sobre los diversos aspectos rituales y culturales de la civilización maya. También contienen símbolos parecidos a glifos que pertenecen a sus rituales, deidades, sacrificios, fases lunares, calendarios y movimientos planetarios.

Métodos de sacrificio

Los métodos de sacrificio dependían principalmente de quién se ofrecía a los dioses y por qué. Los prisioneros de guerra, por ejemplo, habitualmente eran eviscerados. Pero si el sacrificio estaba relacionado con el juego de pelota, la víctima era empujada por las escaleras del templo o decapitada.

El juego de pelota

Uno de los modos en que se practicaba el sacrificio humano era en el contexto del juego de pelota. El sacrificio en el juego de pelota tiene una connotación mítica profunda, y los relatos del libro de narraciones épicas mayas quichés del Popol Vuh así lo demuestra. El juego de pelota se ejecutaba por muchas razones, entre ellas funciones sociales como mediación de conflictos, por ejemplo. Este juego también era la base de una ceremonia ritualizada y con fines políticos de mantenimiento o cambio de estatus de poder.

Cuando el juego de pelota se ejecutaba de forma ritual, lo acompañaban algunos elementos específicos. El significado simbólico se asociaba a ciertos aspectos de la cancha. Se creía que el campo de juego era esencialmente el umbral de paso del Centro del Mundo al Inframundo, por lo que se consideraba un espacio sagrado.

La cabeza como trofeo

Casi todas las pruebas de sacrificio en el contexto de los juegos de pelota incluyen la muerte, y se postula que la decapitación es un tema importante asociado a esto. Las cabezas también pueden haber cumplido una función dentro de la puntuación del juego. No sólo se colgaban las cabezas en las paredes de la cancha como símbolo de victoria y derrota, sino que, durante los periodos Preclásico y Clásico, pudieron ser utilizadas como dianas o metas a las que se lanzaban las pelotas.

Esta connotación entre la pelota y la cabeza también puede verse en el Popol Vuh, en el que se utiliza una cabeza decapitada en lugar de una pelota de goma. El acto del sacrificio en el juego de pelota puede considerarse un paralelo metafórico de los movimientos del cosmos. Para elos mayas, este sacrificio aseguraba la continuación del ciclo de su cosmología. La fertilidad de la agricultura es un tema estrechamente vinculado a los movimientos del cosmos como resultado directo del sacrificio humano.

Decapitación y extracción del corazón

En el sitio histórico de Chichén Itzá, varios relieves representan sacrificios humanos por decapitación. Estas representaciones pertenecen al periodo clásico del arte maya (alrededor del 250-950 d.C.). Antes del ritual de muerte, a menudo se torturaba a la víctima, se le arrancaba la cabellera o se la evisceraba.

Influenciados por los aztecas del Valle de México, los sacrificios humanos mayas también incluían matanzas rituales por extracción del corazón. Este método estaba muy extendido en el periodo postclásico (aprox. 950-1550 d.C.). Se cree que consideraban la extracción del corazón aún latente como la máxima expresión religiosa y una gran ofrenda a los dioses.

El ritual solía tener lugar en la cima del templo piramidal o en el patio del templo. La víctima tenía que estar desnuda, sin más ropa que un tocado y pintada de azul, que era un símbolo de sacrificio.

Ritual de derramamiento de sangre

En la cultura maya, la sangre también era un símbolo bastante importante. Se creía que contenía chu’lel, la fuerza de la vida, y por ello se ofrecía a los dioses mediante el ritual de derramamiento de sangre. Los pueblos que practicaban este ritual se perforaban o cortaban con diversas herramientas, como agujas. Usaban también espinas de agave (especies vegetales) o cuchillas de obsidiana, una roca volcánica.

Se cortaban diferentes partes del cuerpo, como la lengua, los brazos, las piernas, las orejas y las mejillas, y se untaba la sangre en algodón, plumas de animales o papel (hoja de plátano), que luego se quemaba y se «entregaba» a los dioses.

Fuentes

Carolina Posada Osorio (BEd)
Carolina Posada Osorio (BEd)
(Licenciada en Educación. Licenciada en Comunicación e Informática educativa) -COLABORADORA. Redactora y divulgadora.

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