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Centéotl, nombre que también se puede encontrar escrito como Cintéotl o Tzintéotl, y que también se puede identificar con Xochipilli (el príncipe de las flores), era uno de los principales dioses mexicas: el dios del maíz. La palabra Centéotl significa «dios de la mazorca de maíz» (centli, mazorca de maíz; teotl, dios o diosa). Otros dioses aztecas que se relacionaban con este cultivo, fundamental en la vida de los pueblos mesoamericanos, eran Xilonen, la diosa del maíz dulce y de los tamales (el maíz tierno), Chicomecoátl (siete serpientes), la diosa de la semilla de maíz, y Xipe Tótec, el feroz dios de la fertilidad y de la agricultura.
Centéotl es la forma azteca de una deidad pan-mesoamericana más antigua. En ocasiones se le considera como una deidad dual, ya que se han encontrado representaciones tanto femeninas como masculinas de Centéotl. Las culturas mesoamericanas previas como la olmeca y la maya adoraban al dios del maíz como una de las fuentes más importantes de la vida y la reproducción. En Teotihuacán se han encontrado varias estatuillas que representaban a una diosa del maíz, con un peinado que se asemeja a una mazorca con borlas. En muchas culturas mesoamericanas se asoció a la realeza con el dios del maíz.
Las imágenes del dios del maíz
En los códices mexicas, documentos escritos en la época colonial que recogían tradiciones y leyendas precolombinas, Centéotl se representa blandiendo un cetro con hojas de mazorca verde
Entre los años de 1540 y 1585, el misionero franciscano español Bernardino de Sahagún escribió el manuscrito etnográfico Historia general de las cosas de Nueva España, hoy conocido como el Códice Florentino, ya que se conserva en una biblioteca de Florencia, Italia. En este libro aparecen ilustraciones de Centéotl como el dios de las cosecha y de los cultivos.
Centéotl podía tomar la forma del dios mono Oçomàtli, quie fuera la deidad de los deportes, del baile, de la diversión y de la buena suerte en los juegos. En una piedra tallada de la colección del Instituto de Artes de Detroit se puede observar a Centéotl recibiendo u observando un sacrificio humano. La cabeza del dios rememora la de un mono y su figura tiene una cola. El dios está parado o flotando sobre el pecho de una figura tumbada. Un gran tocado, que ocupa más de la mitad del tallado en la piedra, se eleva sobre la cabeza de Centéotl, confeccionado por plantas de maíz y de agave.
El dios del maíz
Una de las versiones más aceptadas del origen de Centéotl cuenta que era hijo de Tlazoltéotl o Toci, la diosa de la fertilidad y del parto, y Piltzintecuhtli, dios de los temporales.
Al igual que muchas deidades aztecas, el dios del maíz tenía una significación dual y podía ser considerado tanto masculino como femenino. Muchas fuentes nahuas (el idioma azteca) cuentan que el dios del maíz nació con la forma de una diosa, convirtiéndose posteriormente en un dios masculino con el nombre de Centéotl y que tenía una contraparte femenina, la diosa Chicomecoátl. Centéotl y Chicomecoátl estaban involucrados con diferentes etapas del crecimiento y de la maduración del maíz.
Según la mitología azteca, el dios Quetzalcoátl, la serpiente emplumada, le dio el maíz a los humanos. El mito relata que durante el quinto sol, Quetzalcoátl vio una hormiga roja que llevaba un grano de maíz. El dios siguió a la hormiga y llegó al lugar donde crecía el maíz, Tonacatepetl (que significa «la montaña del sustento»). Allí, Quetzalcoátl se transformó en una hormiga negra; robó un grano de maíz y lo llevó a los humanos, quienes así pudieron comenzar a cultivarlo.
Según las historias recolectadas en la obra de Bernardino de Sahagún, Centéotl hizo un viaje al inframundo y regresó con muchos bienes para los humanos: algodón, batatas, huauzontle (una planta de flores comestibles que pertenece a la familia de las quenopodiáceas) y la bebida alcohólica hecha de la savia del agave o pita llamada octli o pulque. Debido a esta leyenda asociada a la creación de los alimentos aztecas, se relaciona a Centéotl con el planeta Venus, la estrella de la mañana. Según Sahagún, había un templo dedicado a Centéotl en el recinto sagrado de Tenochtitlán.
Celebraciones y rituales dedicados al dios del maíz
El cuarto mes del calendario azteca, que tenía unos 20 días de duración y estaba entre fines de abril y principios de mayo de nuestro calendario, se llamaba Huei Tozoztli («larga vigilia») y estaba dedicado a los dioses del maíz, Centéotl y Chicomecoátl. Durante este período se desarrollaban diferentes ceremonias en honor a las deidades, entre las que se incluían autosacrificios en los que los creyentes se sacaban sangre para rociarla luego en sus casas. Además, las mujeres jóvenes se adornaban con collares de semillas de maíz. Se llevaban del campo mazorcas y granos de maíz; las mazorcas se colocaban frente a las imágenes de los dioses, mientras que los granos de maíz se almacenaban como semillas para los cultivos de la temporada siguiente.
El culto a Centéotl se combinaba con el culto a Tlaloc, que era el dios responsable de la estación lluviosa; de esta forma, los aztecas englobaban a las deidades del calor del sol, de las flores, de los banquetes y del placer. Por ser el hijo de la diosa de la fertilidad, Centéotl era homenajeado junto a Chicomecoatl y Xilonen durante el undécimo mes del año, el Ochpaniztli, que comenzaba alrededor del 27 de septiembre en nuestro calendario. Las ceremonias incluían el sacrificio de una mujer, cuya piel se utilizaba para confeccionar una máscara para el sacerdote responsable de reverenciar a Centéotl.
Fuentes
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