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En las mitologías griega y romana, Apolo es uno de los dioses más importantes del Olimpo. Apolo tiene muchas caras en sus mitos y se le conoce por encarnar la luz y el sol, el conocimiento, la profecía, la verdad final, el arco y la flecha, la sanación y la medicina, la poesía, las artes y la música. Apolo era venerado por igual entre griegos y romanos, así como por neohelenistas modernos. Es de los pocos dioses del panteón griego que mantuvo el mismo nombre en el culto romano. Se dice que, originalmente, Apolo era el dios que protegía los rebaños de estas antiguas civilizaciones.
El propio nacimiento de Apolo estuvo lleno de enredos amorosos. Zeus, su padre, lo engendró al poseer a Leto, una de sus muchas amantes. Hera, la esposa del rey de los dioses, invocó al monstruo Pitón para que se hiciese cargo de Leto tras la traición de Zeus.
Uno de los amores más celebrados del propio Apolo fue la ninfa Dafne. Dafne le prometió a Artemisa, la gemela de Apolo y diosa de la castidad y la cacería, que sería casta hasta el fin de sus días. Sin embargo, Apolo se fijó en ella hasta llegar a la persecución.
Luego de burlarse de Eros por la manera en que manipulaba el arco y la flecha, a manera de venganza, el dios alado lo hizo quedar prendado de la bella ninfa. Eros hirió certeramente a Apolo con una flecha que incitaba el amor y a Dafne con otra que provocaba el rechazo absoluto. El resultado fue el esperado: Dafne lo aborreció. Dafne no podía soportarlo y le rogó a su padre, Peneo de Tesalia, que la hiciera dejar de ser humana. Peneo la convirtió en un árbol de laurel. Apolo no pudo hacer más que amarla para siempre y llevar puesta una corona de laurel todo el tiempo desde entonces.
Apolo tampoco pudo apartar a la princesa troyana Casandra de su mente. Frustrado y resuelto a conquistarla, le propuso un trato. El dios le conferiría el poder de profetizar a cambio de poseerla carnalmente. Casandra, ya con las habilidades adivinatorias a su alcance, lo rechazó igualmente. Apolo, consumido por la cólera, le escupió en la boca para maldecirle; los dioses no podían echar para atrás regalos conferidos, por lo que le agregó algo a su don de la profecía. Finalmente Casandra sería profeta, pero no podría convencer a nadie de sus predicciones; estaba condenada a que nadie le creyera nunca. Por eso nadie la tomó en cuenta cuando profetizó correctamente el engaño del Caballo de Troya.
Y estas no son sino tan solo un par de los muchos amores de Apolo que quedan por mencionar. La gran variedad de atribuciones legendarias que se le confieren a este dios no ocurrieron en vano. En la extensa narrativa mitológica en la que participa Apolo ocurrieron muchísimas uniones que engendraron gran cantidad de descendientes. En este artículo nombraremos varias de las uniones de Apolo y su prole.
Apolo, sus uniones y descendencia
Estas son solo algunas de las uniones de Apolo que generaron descendencia. A Apolo se le atribuyen al menos un centenar de hijos y más de tres dígitos de mujeres amantes. Nombrando solo una pequeña fracción de estas, tenemos:
- Dafne, hija de Gaia
- Quíone, que era hija de Dedalión. Con ella tuvo a Filamón, el cual a veces se le atribuye a Filónide.
- Casandra
- Cirene, que engendró a Aristeo.
- Melia, una Oceánida cuyo hijo fue Ténero.
- Evadne, la hija de Poseidón que alumbró a Yamo.
- Tera, que dio a luz a Querón.
- Psámate, hija de Crótopo y cuyo hijo, Linos, fue asesinado por perros.
- Crisótemis, cuya hija, Páternos, era la única hembra descendiente de Apolo. Se convirtió en la constelación de Virgo después de morir prematuramente.
- Marpessa, descendiente de Eveno que dio a luz a Cleopatra, la esposa de Meleagro; su concepción a veces se le atribuye a Idas.
- Filonis, es la hija de Deyoneo. Tuvo un hijo llamado Filamón, quien fue el primer varón en entrenar mujeres jóvenes para el canto coral.
Referencias
- Asociación Cultural El Olimpo. (s/f). Apolo. Disponible en: https://www.elolimpo.com/personaje/apolo
- EcuRed (s/f) Apolo. Disponible en: https://www.ecured.cu/Apolo_(dios)