Los árboles suelen estar presentes en nuestro entorno y forman parte de muchos de los paisajes que nos son habituales. Pero no es tan habitual que se conozca cómo es su biología, cómo se reproducen y crecen y cómo interactúan sus diferentes partes. Y cuando se piensa en la biología de un árbol, un aspecto fundamental a considerar es su función fotosintética, proceso que se produce en las hojas y que es la fuente del oxígeno que respiramos.
Nada más nacer, un árbol es una pequeña plántula similar a muchas otras, pero su crecimiento posterior mostrará sus diferencias, desarrollando un tallo central con ramas secundarias que producirán hojas de diferentes formas y tamaños. Y en pocas semanas, la pequeña plántula se transforma en un organismo esbelto que irá tomando la forma final de un árbol desarrollado.
Esquemáticamente, un árbol se puede dividir en tres partes: las raíces, el tronco y la copa o follaje. A su vez, el follaje se compone de ramas y hojas, y hay que considerar un quinto componente, las flores y los frutos.
Las raíces
Los árboles están anclados al suelo por sus raíces, que se extienden subterráneamente en una proporción similar al follaje que se eleva sobre la tierra. Un árbol desarrollado está compuesto mayoritariamente por células muertas o inactivas, que componen la madera del árbol. Los tejidos de un árbol crecen en muy pocos lugares de su cuerpo: en los extremos de las ramas, en una capa delgada que se despliega debajo de la corteza, y sobre todo en las raíces. La estructura radicular de un árbol puede estar compuesta bien por una raíz principal a partir de la cual se despliegan raíces secundarias, o bien puede estar constituida por varías raíces sin que haya una predominante. Hay árboles cuyas raíces se desarrollan sobre el suelo, una característica de muchos árboles que crecen en pantanos o terrenos inundables.
Las principales funciones de las raíces son la absorción de agua y minerales desde el suelo a través de los pelos radiculares. Estas microscópicas estructuras se extienden desde las raíces, pudiéndose contar por millones en un árbol. El agua y los minerales son esenciales para las funciones del árbol; tras ser incorporados por los pelos radiculares pasan a las raíces, constituyendo la savia bruta, y son transportados hasta las hojas a través de la corteza del tronco y de las ramas.
El tronco
El tronco de un árbol es la estructura que sostiene su copa, y la vía de transporte de la savia bruta hasta las hojas. El tronco está formado por una capa exterior, la corteza, y por un cuerpo interior, el duramen, formado por células leñosas muertas, lo que se conoce como madera.
La corteza es la protección del tronco del árbol ante amenazas externas, aunque también tiene otras funciones, como la eliminación de residuos del organismo, encapsulando en su madera los desechos en las células muertas del tronco, o eliminándolos a través de las resinas. El xilema de la corteza transporta el agua y las sales desde las raíces hasta las hojas de los árboles, mientas que el floema de la corteza redistribuye los nutrientes inorgánicos y orgánicos, principalmente los hidratos de carbono, producidos en los sitios del árbol donde se produce la fotosíntesis, las hojas, hacia todos los lugares del árbol. El cambium es una capa de pocas células de espesor ubicada debajo de la corteza que genera el xilema hacia la zona interior del árbol, y el floema hacia la zona exterior.
En algunos árboles que crecen en bosques templados, con marcadas diferencias estacionales, cuando la capa viva del tronco se incorpora a la madera marca anillos de crecimiento en cada año de desarrollo.
La copa
Dependiendo de la especie de árbol, a partir de cierta altura comienzan a desplegarse desde el tronco ramas grandes y pequeñas que conforman la copa del árbol. Desde las ramas crecen hojas y flores. El grado de desarrollo del tronco y del follaje diferencia un árbol de un arbusto.
Las hojas son las fábricas del alimento del árbol, donde se produce la fotosíntesis. La energía de los árboles proviene del sol y es captada utilizando la clorofila, el elemento que le da la tonalidad verde a las hojas. Con la incorporación del dióxido de carbono del aire, se producen hidratos de carbono a través de la fotosíntesis. En este proceso las hojas producen oxígeno, que es liberado al aire. Este intercambio gaseoso es lo que se denomina respiración del árbol. Las hojas de los árboles tienen muy diversas formas y tamaños, característicos de cada especie, que en algunos casos viven todo el año (hojas perennes) y en otros nacen, crecen y fenecen estacionalmente (hojas caducas).
En el follaje de un árbol desarrollado se generan otras estructuras de gran importancia, las flores y los estróbilos, también llamados conos o piñas. Las flores y los estróbilos son las estructuras reproductivas de los árboles, a partir de las cuales se producen las semillas.
Fuentes
El secreto de los árboles. Unidad de Cultura Científica de la Universidad de Zaragoza – Fundación Española de Ciencia y Tecnología, 2018.
Gola, G., Negri, G., Cappeletti, C. Tratado de Botánica. 2.ª edición. Editorial Labor S.A., Barcelona, 1965